En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

viernes, 4 de mayo de 2018

Que de lejos parecen moscas - Kike Ferrari




Magnífica novela negra que transcurre en Argentina. Negra en el sentido puro, porque Que de lejos parecen moscas narra la historia del delincuente desde su particular posición en el mundo.

El protagonista es un tal Machi, un caballero que hizo negocios durante la dictadura argentina, siguió haciéndolos tras ella y en ambos periodos prosperó a base de contactos y pocos escrúpulos. Aunque está muy lejos de ser un verdadero rico, él cree serlo al saberse propietario del sueño de cualquier muerto de hambre con espíritu pequeñoburgués: un diminuto imperio consistente en buena casa, carísimo coche, diez millones de dólares en el banco, una esposa-prisionera que le ha aportado abolengo, afición a las drogas, incluyendo viagra y, sobre todo, poder para decidir sobre la vida de de las personas a las que puede prostituir o echar a la calle por cualquier estupidez o a las que puede apoyar o traicionar cuando los «negocios» así lo exigen. Negocios que consisten, básicamente, en ganar a toda costa y permitirse todos los caprichos –personas incluidas- para disfrutar de la sensación de poder. Utiliza a las personas como a seres de usar y tirar y a las mujeres como simples objetos sexuales que compra y desecha. Un «hombre hecho a sí mismo» que, como todo autor, cree haber firmado una obra maestra incluso cuando el resultado, como es el caso, es una apestosa deformidad.

Machi está tan pagado de sí mismo confunde vivir y atropellar, como si el resto del mundo fuera a aplaudir y a admirar su poderío. Por eso se lleva un buen sofoco el día en que descubre que alguien le ha dejado cierto regalito en el maletero de su BMW de 200.000 dólares: el cadáver de un desconocido maniatado con las esposas rosas con las que Machi suele jugar con sus amantes. ¿Quién habrá sido el hijo de su madre capaz de hacer algo así, si él no tiene enemigos?

Machi demuestra su calaña cuando intenta desembarazarse del muerto como sea sin preguntarse si quiera quién pueda ser. El proceso de librarse del «regalito» corre parejo a las reflexiones y recuerdos de Machi, en los que trata de averiguar quién puede ser el responsable del desaguisado. Así, del inicial «no tengo enemigos» va pasando, poco a poco, a una lista que permite ir conociendo y despreciando al personaje, el cual, en cuanto piensa que ya ha solucionado «el problema» sin nombre que le han metido al maletero, se siente de nuevo tan satisfecho de sí mismo que comienza a olvidar a esos eventuales enemigos, toda esa gente a que no es consciente de ir pisoteando y de quienes no espera acción alguna porque él se siente muy, muy alto, tanto que a los lejos todos los demás parecen moscas, y como a moscas los trata.

Una novela breve, muy bien escrita, con numerosos giros y expresiones argentinas, un ritmo endiablado, considerables dosis de violencia y un mensaje a transmitir. Ah, y con un magnífico final.


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