En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

sábado, 31 de diciembre de 2016

Don Quijote de la Mancha - Miguel de Cervantes (Edición de Andrés Trepiello)





Mi señor don Quijote, flor, nata y espejo de la caballería andante:



                En estas fechas en que hemos conmemorado el cuarto centenario del triste fallecimiento del traductor de vuestras nunca vistas y ejemplares fazañas (a quien, para mis adentros, tengo tan cercano a Cide Hamete Benengeli como una castaña a sí misma) he tornado a seguir la estela de vuesa merced, la del birrio... brioso Rocinante, la de vuestro escudero Sancho y la de su jumento, contándome de nuevo en el infinito de vuestros admiradores, alegre caterva cuyo buen sentido tanto cabe ensalzar cuando con admirada devoción sigue punto por punto vuestros insignes pasos como cuestionar cuando se la ve celebrando los de vuestro simple y parlanchín escudero.

                Pero aunque esto es así, quisiera comenzar esta misiva humillándome a vuestros pies -que aunque no muy limpios, pues las aventuras andantescas no permiten diarias abluciones, son cimiento del valor y la honestidad que en vuestro pecho anidan- para pediros perdón por haber faltado a mi cita con vuesa merced en 2015 para festejar el cuarto centenario de vuestra tercera salida; celebración que hubiera sido, como quien dice, entre amigos, que tengo el honor de sentirme tal de vuesa merced, ya que prebostes y capitostes se reservaban para la conmemoración, el presente y ya desfallecido año, de la muerte del traductor de las vuestras esforzadas y nunca bien ponderadas aventuras. Acháquese mi falta no al desdén ni a las cotidianas ocupaciones que egoístamente muchos califican de inexcusables, ni tampoco a despiste inadmisible, sino a las muchas y diversas cuitas, desgracias y trabajos que me han impedido acompañaros antes, pues, como sabéis, el mundo rebosa desvaríos y malandrines. Y aunque sé de tan buena tinta como es aquella en la que están impresas vuestras aventuras que es vuestra natural condición la de amparar doncellas, socorrer viudas y auxiliar a los menesterosos y que sin vacilar un instante hubierais acudido en mi socorro siquiera fuera para regalarme el consuelo de vuestra compañía y vuestras justas razones -ya que la fuerza de vuestro valeroso brazo tenía poco que hacer con mis desdichas-, no recurrí a ellas por entender que en el ancho mundo hay miserias y dolores bastantes como para que, conmigo o sin mí, no os faltasen ciento que remediar.

                Pero este año, os decía, por fin he tornado a seguiros como en tantas otras ocasiones, admirado y suspenso ante vuestra bravura y gallardía. Y una vez disfrutado tan gran honor he querido dar cuenta de él estampando aquí estas letras precisamente al finalizar el último día del último mes de este célebre 2016, a punto de que el cuarto centenario del fallecimiento del traductor de vuestra verdadera historia quede atrás, para significar, en este momento fronterizo donde los oportunistas de las celebraciones ya casi os han olvidado, que vuesa merced trota ya, a lomos de Rocinante, por los albores de vuestra quinta centuria triunfal, que yo, pobre de mí, no llegaré a ver ni mediada.

          Os he seguido de nuevo, os decía, pero no por el camino de las anteriores ocasiones, marcado por el eminente y ya finado admirador vuestro Martín de Riquer, a quien recuerdo con gran contento por el sumo placer de tantas veces haberos seguido por él guiado, sino por el novísimo trazado por Andrés Trapiello, que ha tenido a bien narrar vuestras aventuras adaptando el lenguaje de vuestro sin par y dorado siglo al de estos asendereados tiempos.


              
                No osaré reseñar aquí, mi señor don Quijote, ni una sola de vuestras aventuras, ni me atreveré a ponderar lo que ya antes tantos cantaron con mejor plectro. Sí diré, en cambio, que el trabajo del señor Trapiello es de notable mérito y digno de atención, y más en este mundo donde tanto literatillo y academiquillo de medio pelo se arrima al calor de vuestra fama y de cualquier otra aprovechándose de que la estupidez hace creer al vulgo que el expuesto a la luz refulge como si fuera él quien ilumina.

                El trabajo del señor Trapiello, trocando adargas por escudos y haciendo cuero del cordobán, permite leer vuestras aventuras sin precisar una sola nota a pie de página para aclarar vocablos, aunque los lectores menos avezados hubieran agradecido el espolvoreo de alguna para contextualizar costumbres y detectar ironías sobre cómo la intencionada grandiloncuencia de Cide Hamene Benengeli y de su traductor ponen en su justo término los libros de caballerías; advertencias, todas ellas, que ayudarían no poco a quienes para acercarse por primera vez a vuesa merced elijan el trapiellense camino. 

                De mí sé decir que he leído con deleite, que aunque al principio percibía los cambios pronto me olvidé de ellos, y que quizá el flamante atavío léxico permite al lector actual percibir mejor las diferencias de estilo entre la primera y la segunda parte o, lo que es lo mismo, entre vuestras dos primeras y vuestra tercera salida. El camino del señor Trapiello es bueno, a mi humilde juicio, para que quien todavía no ha tenido la satisfacción de seguir los pasos de vuesa merced pueda hacerlo sin resquemores sobre su propia capacidad, lo cual no es contradictorio con lo expresado en el anterior punto. 


                El señor Trapiello os ha traído a nuestra época sin sacaros de vuestro áureo siglo, pero estando yo acostumbrado a viajar hasta la vuestra con todo el equipaje cada vez que os he seguido, lo que más extraño se me ha hecho ha sido veros aquí sin que hayáis dejado de estar allí. Mérito de Trapiello o cosa de esos encantadores a quien vuesa merced tan bien conoce. 

                Mi señor don Quijote, Caballero de la Triste Figura por otro nombre conocido como el de Los Leones, grandeza y guía de caballeros andantes, espero que tenga a bien concertar con este vuestro rendido admirador una nueva cita en un no muy lejano futuro, si es que los cielos me dan fuerza para alcanzarlo, que de cierto sé que vuesa merced las tiene de sobra para acudir a citas dentro de un milenio, pues vuestra fama es inmortal.

                Con extremado agradecimiento por la merced de haberme permitido compartir de nuevo tantas horas con el más gallardo y valeroso caballero andante que vieron los siglos, me despido de vuesa merced con cuantas muestras de deferencia y afecto sea menester y aun con tres o cuatro más, pues comparto vuestra opinión de que en esos asuntos más vale carta de más que de menos, poniéndome de nuevo a vuestros polvorientos pies con la súplica de que, dejándome partir en buena hora, me ponga vuesa merced a los pies de su señora, la sin par y fermosa entre las fermosas doña Dulcinea del Toboso, a quien así podrá adorar a mi través sin temor de que intente yo facerle desaguisado alguno.

                      Vale.

                

jueves, 22 de diciembre de 2016

Las felicitaciones navideñas me gustan poco...



                Las conductas dicen quiénes somos; los gestos -que tan poco tiempo y esfuerzo cuestan aunque vengan en cascada- cómo deseamos ser vistos. Cuando pretendemos que los segundos sustituyan a las primeras, mal. Las felicitaciones navideñas me gustan poco porque tienen demasiado de gesto y porque a menudo pretenden disimular la inexistencia de una conducta coherente con ellas. Los buenos deseos navideños con frecuencia solo encierran una petición -«recuerda que existo», «piensa que no paso de ti»- o, sin ningún propósito de enmienda, hacerse perdonar algo evitando dar la cara. Muchas personas, también, envían sus felicitaciones navideñas a quienes nunca envían otra cosa, por temor a que separarse de esa tradición afecte a su propia imagen.

                Pero los buenos deseos sinceros están más vinculados al dar que al pedir. Quizá por eso –aunque alguna vez me dejo arrastrar por el «protocolo social»- soy tan poco dado a las felicitaciones navideñas: porque si no tengo nada que dar, cerca estoy de pedir. 

                De ahí que las únicas que sí me gusta hacer son para dar las gracias. Esta es una de ellas.

                Gracias a todos los lectores, sobre todo a los que han llegado este año, porque cuando hace ya más de cinco Mira Editores publicó mi primera novela no imaginaba que en 2016 sus nuevos lectores se contarían por miles en un formato que entonces estaba dando sus primeros pasos. Los lectores me habéis dado vuestro tiempo y confianza, y aunque deseo haberos correspondido a través de las aventuras de Ajonio, que tanto trabajo me llevaron y que en tantos vericuetos me han metido, quiero aprovechar esta ocasión, como he intentado hacer en todas las que he tenido, para daros las gracias. Al pensar en vosotros para mí es más fácil tener una feliz Navidad, y ojalá que Ajonio os haya permitido disfrutar de unas horas de lectura también felices.

                De parte de Ajonio, de Claudita, de Zoé, de Danuta, de Poncio, del Pulgas... y mía, claro, gracias, feliz Navidad y feliz año nuevo.


miércoles, 7 de diciembre de 2016

El IVA de los libros electrónicos



                Aunque sin fecha, ayer se anunció la bajada del IVA en los libros electrónicos. Del 21% al 4%. Noticia bien recibida por todos los que se pronunciaron, pero no olvidemos que siempre que algo cambia hay quienes se sienten beneficiados y perjudicados.

                En la teoría de la Hacienda Pública el IVA grava la capacidad económica puesta de manifiesto a través del acto de consumir. Y como es lógico que a mismo consumo, misma tributación, cuando lo que se compra es una narración la tributación debe ser la misma con independencia del formato, salvo que éste ponga de manifiesto una capacidad económica superior. No es el caso de las narraciones en formato electrónico, sistemáticamente más baratas que en papel. Más allá de esta teoría, la diferencia de tipos a un mismo consumo en función de su formato es una forma más o menos disimulada de proteccionismo hacia unos sectores de actividad en detrimento de otros, lo cual, como toda opción política, tiene defensores y detractores.

                Cuando la rebaja de tipos anunciada sea una realidad, el resultado efectivo estará en algún punto intermedio entre estos dos extremos:

                -Primero: que no varíen los precios de venta al público de los libros electrónicos, en cuyo caso los únicos beneficiados de la rebaja serán los participantes en el proceso de creación y comercialización del ebook: editores, plataformas y los paupérrimos autores verán aumentado su trozo de pastel en un 16,34%. El formato será más rentable y habrá más personas interesadas en potenciarlo.

                -Segundo: que toda la bajada se traslade al precio. Cada ebook costará al público un 14,05% menos. Los lectores serán los más beneficiados. Pero también beneficiará a los autores y editores de ebooks y a las plataformas, pues a menor precio venderán más unidades pese a que no habrán rebajado lo que ellos cobran por cada una. Perjudicados: los productos sustitutivos. Es decir, los libros en papel y con ellos las editoriales que no compiten en el mundo del ebook por falta de interés o capacidad y, sobre todo, los libreros.

                Conclusión: un notable impulso al formato electrónico.

Una rebaja lógica desde el punto de vista de la teoría, motivada, dice la noticia, por el deseo de la UE de impulsar el comercio electrónico por considerar que debe impulsarse lo que apunta hacia el futuro. Y el futuro del libro, como el de casi todo, pasa por lo electrónico. Ya se sabía que el cambio de formato que a la música o al cine le costó una complicada década al libro le iba costar una generación o dos. El camino es muy lento, pero sin pausa. La música y el cine han sabido adaptarse, siguen ahí y ya no se habla de la crisis de las discográficas; han sobrevivido modificando radicalmente sus medios de distribución. Cómo evolucionará la distribución del libro y si eso favorecerá o no una concentración empobrecedora de la literatura, es una buena pregunta.



martes, 6 de diciembre de 2016

Palillos chinos - Angélica Morales




Me resulta complicado hablar en pocas palabras de Palillos chinos. Una historia de historias contadas desde prismas cambiantes que nos hacen ver a los personajes tanto desde fuera como desde dentro.  Todos comparten, o más bien sufren,cierta insatisfacción vital. Incluso quienes aparentemente han alcanzado el éxito ven orientados sus pasos hacia no saben muy bien dónde en busca de no saben bien qué ni por qué. Encontramos al famoso escritor de best sellers, a agentes artísticos que sobre todo se venden a sí mismos, a un chico chino que nada tiene que ver con China aparte de sus rasgos, a una inmigrante china encerrada en sí misma no solo por ella misma, a una pareja de guardias civiles lesbianas donde la fidelidad es solo cosa de una, a una anciana que ha decidido ser actriz a las órdenes de Alex de la Iglesia, a un poeta cubano, a cubanos que no son poetas aunque a alguna mujer se lo parecen, críticos literarios, escritores de medio pelo y escritoras premiadas, adolecentes que comercian con sexo y sentimientos, mujeres ancianas, mujeres maduras que les cuesta aceptar que lo son y en el proceso huyen a ninguna parte y a todos los brazos... Un cruce de historias centradas en Huesca –sobre todo-, Zaragoza y Madrid, donde conocemos escenarios como un restaurante chino idéntico a tantos otros hasta en el nombre -como para simbolizar que todo intento de destacar está condenado al fracaso-, donde visitamos residencias geriátricas, el paraninfo de la Universidad de Zaragoza, el parque de Huesca con su casita de Blancanieves, hoteles o un piso de estudiantes. Los españoles, lo mismo que los inmigrantes que pueblan esta historia, parecen añorar no se sabe si un destino soñado o un paraíso perdido, y lo hacen con las armas que tienen a mano: las decisiones del día a día, a menudo impulsivas, cuando no alentadas con esa «desesperación durmiente» que late en todo ser humano y que se empeña en susurrarle al oído que, por más que se esfuerce, no va a encontrar solución definitiva a sus dudas, lo que hace  de muchas decisiones meras huidas, muchas de ellas a la compañía en la cama y fuera de ella.

Angélica Morales
                No voy a hacer un esbozo de las principales historias que se entrecruzan. Es mejor que el lector se enfrente directamente ellas y averigüe o intuya él solito qué mueve a cada cual en cada una. Si tuviera que apostar, diría que es la búsqueda del afecto unas veces y otras de algo que se le parece en sus efectos aunque sea distinto: el reconocimiento por parte de otras personas. Y en esa búsqueda, la confusión entre lo emocional, lo afectivo, lo sexual e incluso lo profesional acaba de desorientar, pero no tanto como para que las personas no se sigan buscando entre sí como si no hubiera solución más allá del grupo. Quizá eso es lo más bonito: ver cómo siempre, sean cuales sean nuestras circunstancias, todo el mundo anda igual de desorientado aunque todos, al final, actúen de modo similar, como las hormigas de la portada realizada por José Manuel Ubé.

                Pensad en todo lo anterior antes de que la forma del libro os despiste. Una mezcla entre el diálogo y el verso libre que entraña cierto peligro por la generalizada falta de costumbre de leer poesía; esa falta que hace que tantas personas se detengan al final de cada verso como si hubiera una coma o un punto. Angélica Morales, intencionadamente, no se ha prodigado en los signos de puntuación, dejando margen al lector, como en una versión teatralizada, para que exprese las ideas a su propio ritmo. De ahí que el resultado sea muy distinto según sea lea con un ánimo u otro: para disfrutar de Palillos chinos hace falta leer con la calma del que quiere disfrutar del paisaje, más que con la prisa de quien quiere que le cuenten una historia.

                Os dejo un vídeo de la presentación en la Librerías Anónima de Huesca, a la que tuve la suerte de poder asistir hace más o menos un año. Id al minuto 21 y escuchad el fragmento de un minuto leído por Angélica: resume lo que es Palillos chinos mucho mejor que todas mis palabras.