En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 22 de mayo de 2014

El crimen de Lord Arthur Saville - Oscar Wilde



Breve y sutilmente divertido, El crimen de Lord Arthur Saville se pitorrea de las clases altas inglesas de la época (finales del XIX) presentándolas como un hatajo de desocupados que no tienen otra cosa más importante que hacer que mirarse el ombligo y rascarse complacientemente la barriga. Entre tan feliz tropa se encuentran, además, quienes tienen las neuronas tan relajadas que están dispuestos a creerse cualquier cosa.

Lord Arthur Saville es un jovenzuelo de familia rica, con un futuro opulento en el que pronto va a contraer matrimonio con una chica que, como no puede ser de otra manera, es una extraordinaria mezcla de belleza, bondad, altruismo y cuantas cataratas de virtudes quepa imaginar. La esposa perfecta para la época, que en todo agrada a su marido y en nada discute sus designios.

Pero antes de que llegue tan feliz acontecimiento, Lord Arthur está en uno de los fiestorros de lady Windermere, y allí el quiromántico de cabecera de la tal lady, al examinar la mano de Lord Arthur, queda muy preocupado (lo cual, en la literatura de la época, implica una palidez mortal). Alguien con dos dedos de frente podría pensar que era una patraña para despertar el interés del Lord y vaciarle el bolsillo a cambio de satisfacer su curiosidad, pero Lord Arthur anda tan escaso de dedos de frente como sobrado de alocada voluntad, y así, previo desembolso, llega a saber que el destino le depara cometer un crimen.

Quien vive opíparamente sin dar un palo al agua a costa, por tanto, de los sudores de vaya usted a saber quién (ni él lo sabe), queda horripilado: ¿cómo él, con lo bien que le va la vida, va a convertirse en un criminal?

Y el hombre, cuya urgencia más inmediata es convertirse en un feliz marido, llega a la siguiente extravagante conclusión: no puede cometer el crimen después de casado, porque eso sería hacerle una faena a su bella y abnegada esposa. ¡Pobrecilla! La solución es aplazar la boda hasta que él pueda cometer el crimen; y luego, con el delito ya cometido y la incertidumbre despejada, casarse tan contento. El muerto al hoyo y el vivo al bollo.

Y a ello se dedica el caballero: a matar a alguien. Da igual quién. Para lo que revisa su listado de amistades. Esto son amigos, y lo demás cuentos.

Claro que apiolar gente no es tan sencillo, y desde el veneno a los explosivos pronto don Arthur comienza a acumular fracasos que le exasperan, como si el destino se hubiera empeñado no en hacer de él un criminal, sino en cargarse su matrimonio.

El desenlace es conocido, de alguna manera ejemplarizante y a la vez ridículo para el protagonista y cuanto representa.

El humor se desarrolla en segundo plano, a través de la insensatez de los personajes, en especial de Lord Arthur, y de su peculiar escala de valores, y de la forma en que el destino se burla de ellos. El sentirse por encima del bien y del mal cuando en el fondo se es un ignorante es lo que fundamenta por un lado la crítica implícita en la novela y por otro su aire humorístico.

Una novelilla de esas que justifican el diminutivo por su extensión, pero que en el fondo han devenido en un clásico.




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