En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 1 de abril de 2013

La Banda del Ciempiés – Mario Levrero



La Banda del Ciempiés”, 1989, es la segunda novela del volumen publicado por Alianza Editorial bajo el título “Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinato y yo agonizo y otras novelas”.
Siendo una novela tan caótica como “Nick Carter”, es bastante diferente: el absurdo se reduce, pasando de la caricatura de la primera a la parodia de la segunda, y, sobre todo, hay un hilo argumental, aunque sea un hilo deshilachado.
La apariencia de la novela es la de tantas otras: hechos aparentemente inconexos que provocan una lectura ávida, a la espera de ver cómo es posible que todo esté relacionado entre sí. La diferencia es que aquí los hechos se retuercen, la espera se prolonga, y la solución... de ella solo digo que es un buen bromazo.
La cosa comienza con una banda que tras improvisar en cualquier sitio un ciempiés de tela en la forma en que los chinos hacen sus dragones, recogen la funda y se dedican a cometer tropelías de todo tipo. Todo el mundo está aterrado y ansiando que el héroe salvador desactive a esa banda. El héroe por quien suspiran es un detective privado llamado Carmody Trailler. Lamentablemente, Carmody no puede hacer nada, nada en absoluto, nada de nada... porque nadie le ha encargado el caso. Y sin un encargo, ¿cómo salvar al mundo? Viendo en las noticias por qué el héroe no puede actuar, una humilde violetera dice estar dispuesta a pagarle una moneda para darle una excusa para iniciar la investigación, y en ese momento es secuestrada.
Pero lo cierto es que Trailler es un héroe desastroso, porque acaba siendo un protagonista en la distancia. Un tipo que no puede salvar al mundo porque se queda atrapado en un atasco. Por esta razón sus ayudantes deben buscarse la vida.
Situaciones ridículas, grotescas, absurdas y exageradas se suceden bajo el denominador común de un humor constante planteado en términos muy serios. El humor negro se mezcla con una truculencia disparatada (los “intercambios diplomáticos” son geniales, por ejemplo); y también la violencia, a veces solo planteada como posibilidad, como amenaza o como intenciones, es lo bastante desmedida para dejar atrás el horror. Lo mismo ocurre con la sordidez de ciertas escenas sexuales.
Una novela muy divertida y original.


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