En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 7 de marzo de 2013

La novela de Pepe Ansúrez - Gonzalo Torrente Ballester




De todas las novelas que he leído de Gonzalo Torrente Ballester, esta es la que menos destaca, la más “normal”, a pesar de lo cual tiene un interés notable, pero más por lo que apunta para la reflexión que por lo que cuenta.
Pepe Ansúrez es un empleadete de banca en una pequeña ciudad. Pasa por poeta, por el mejor poeta de la ciudad, lo cual no quiere decir que lo sea bueno. Y Ansúrez anuncia, en un acto anual para conmemorar no recuerdo qué, que va a escribir su primera novela.
El aviso pone de los nervios al compañero de trabajo y pretendido escritor en prosa con quien se lleva a matar, y con el que cruza invectivas diarias a través de papelitos. Hasta ese momento, sin embargo, la guerra había sido más de egos que de letras, pues las especializaciones respectivas habían impedido la rivalidad directa, la comparación. El “compañero” no confía en las dotes narrativas de Ansúrez, pero en el fondo teme su éxito. Torrente Ballester plantea así el tema de hasta qué punto las personas fundamentan su propia autoestima no en sí mismas, sino en cuanto los demás creen de ellas, y cómo, para sobresalir, hay quienes son incapaces de reafirmar su propio yo si no es a costa de rebajar al vecino (sea a través de la maledicendia o del enfrentamiento abierto). En esta obra la cuestión adopta la forma de rivalidad entre escritores, cuestión que por cada vez que produce un episodio digno de recordar en la historia de la literatura, produce millones que engrosan lo más anónimo de la historia del ridículo.
El resto de la población de la innominada ciudad, da por hecho que una novela escrita allí no puede tratar sino de lo que allí acontece, y eso levanta temores, suspicacias y aspiraciones. Unos temen que Ansúrez airee secretos, y llegan a la conclusión de que se dedica al cotilleo al por mayor; otros temen verse menospreciados, aunque algunos de ellos también se ofenderían si no fueran tratados de ninguna manera, porque casi todos se sienten con derecho a figurar en la novela, a ser inmortalizados en sus páginas, están convencidos de merecerlo. Queda planteado así el tema de la vanidad y de sus efectos, que van desde la adulación hasta el enfrentamiento.
Pero de todos los interesados en la novela, el más activo es el director del banco. El hombre actúa como dueño de sus empleados, y estos lo tratan como tal, con la deferencia y el peloteo correspondiente, que linda el vasallaje. La primera medida del director es comprometer al banco en la publicación, arrogándose de paso la capacidad de interferir en su argumento. He aquí el asunto de la relación entre el escritor y quienes le dan de comer: ¿hasta qué punto el escritor es libre? ¿Y a quién se debe? ¿A su editor, al público, a sí mismo?
La influencia que pretende ejercer el director plantea otra cuestión vinculada a una forma particular de la vanidad. El director quiere que la novela incluya una ficción: que entre él y la bella novia de Ansúrez (también empleada del banco) existe un romance. El problema es que el flirteo es real. Y esto, a la vez que sitúa a Ansúrez en una posición delicada, hace reflexionar sobre todas esas personas que necesitan ofrecer una  excelente imagen de sí mismas; personas, incluso, para las que una buena realidad sirve de poco si no llega a oídos ajenos.
La novia, por su parte, está muy enamorada de Ansúrez, pero su comportamiento, como ha quedado dicho, es equívoco. ¿Por qué? Para conseguir sus propósitos... o los de su prometido. No está claro qué sabe Ansúrez y qué no, y a la confusión ayuda lo peculiar de la pareja: si el resto de personajes tienen un corte tradicional, conservador y chapado a la antigua, con Ansúrez y su novia eso no ocurre siempre.
La novela invita también a reflexionar sobre los motivos y dilemas del escritor. Partiendo de la base de que quien escribe siempre se basa en su experiencia directa o indirecta, ¿qué puede hacer, por ejemplo, con los “enemigos”, con las personas que le caen mal o que, simplemente, considera indignas? ¿Someterlas al castigo de la crítica a costa de inmortalizarlas en el papel? ¿O castigarlas al olvido a costa de la novela? Lo más curioso, en el planteamiento que hace Torrente Ballester, es que todas estas cuestiones no parten de Ansúrez, el autor, sino de los eventuales afectados.
Y esta idea me lleva a una última: la burla que Torrente Ballester hace de todos aquellos mindundis, que son legión, lo bastante creídos, lo bastante vanidosos, lo bastante soberbios y mentecatos como para creer que les basta el contacto más o menos casual con un escritor para convertirse en personajes literarios, como si el escritor, al conocerlos, hubiera de quedar inevitablemente impresionado. Es decir, plantea Torrente Ballester que la relación del escritor con su entorno no es inocente.
Todas las ideas anteriores hacen de "La novela de Pepe Ansúrez" una obra breve en la que todos los aficionados a la escritura encontrarán material abundante para reflexionar sobre por qué escriben lo que escriben.



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