En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Reflexiones sobre literatura y humor, 8




Cuando el presidente de la cooperativa, al volver del trabajo, saca a pasear a su Mefisto y se encuentra con Teresa, nunca olvida decir: «¡Señora Teresa! ¿Por qué no la habré conocido yo antes? ¡Hubiéramos salido a ligar juntos! ¡No hay mujer que se resista a dos marranos!». El cerdito estaba adiestrado de tal manera que, cuando terminaba de decir estas palabras, gruñía. Teresa se reía aunque sabía de antemano lo que el presidente iba a decir. El chiste no perdía su gracia con la reiteración. Al contrario. En el contexto del idilio, hasta el humor está sometido a la dulce ley de la repetición.

Milan Kundera. La insoportable levedad del ser.


lunes, 26 de noviembre de 2012

Diario de un emigrante – Miguel Delibes

              Cada vez me salto con más frecuencia mi costumbre de no leer muy seguidos dos libros del mismo autor, pero en esta ocasión tengo excusa: el Diario de un emigrante es continuación del muy buen Diario de un cazador, hasta el punto de que no solo aparecen los mismos personajes, sino que la primera historia conforma los recuerdos que se rememoran en la otra, y las dos forman parte de una misma secuencia temporal. Pendiente me queda el Diario de un jubilado.
                Si digo que Diario de un emigrante me ha gustado menos que el Diario de un cazador quizá dé la impresión de que no merece la pena leerlo. Nada más lejos de la realidad. Es una magnífica obra, muy buena y con la que me lo he pasado muy bien, aunque, me temo, tiene un poco menos de interés, o al menos cuesta un poco más interesarse por la historia. O a mí me a costado.
                Lorenzo se ha casado y va a ser padre. No vive mal en su tierra, donde es feliz cazando, pero la tentación de mejorar le impulsa a emigrar a Chile, con la ayuda de unos tíos de su esposa, asentados allí, que les envían dos pasajes. La historia de la novela es la de ese viaje y los meses siguientes.
                Así vemos como, primero, Lorenzo, que mucho mundo no tiene, queda impresionado por cuanto ve en el barco, por la forma en que se vive a bordo, y acaba gastándose más de lo que debería víctima de todo tipo de tentaciones. Pero que no tenga mundo no impide que se crea en posesión de un buen número de verdades, y aquí radica la principal fuente de humor en esta novela.
                Una vez en Chile, su peripecia principia y termina en la capital. Allí se alojan primero en casa de los tíos. El tío es un hombre agarrado, partidario del trabajo de sol a sol y de una austeridad franciscana, lo que no tarda en chocar con el protagonista, amigo de salir a cazar, de conversar en el bar con los amigos o de marcarse un buen baile. Junto al tío está la tía, más joven, que no duda en echar los tejos a Lorenzo, el cual se debate entre su orgullosa moral a prueba de bomba y el “uno no es de piedra”, con lo cual aprovecho para remarcar otra de las fuentes de humor de la novela: las contradicciones del personaje, causadas, siempre, por el deseo de ofrecer la mejor imagen posible de sí mismo, y que se manifiesta en la forma en que acaba adaptándose, muy a su pesar, a cada realidad.
                Cuando la situación se hace insostenible, Lorenzo, con una ingenuidad que ya para entonces es más que conocida, decide establecer su propio negocio con más voluntad que talento. Y a partir de aquí lo que ocurre lo sabrá quien lea la novela, porque si lo cuento perderá la gracia.
                Aunque se me ha hecho un pelín largo el primer tercio, es un libro que se lee muy bien, y en el que llama la atención la abundancia de lenguaje, así como los giros y expresiones hechas que a cada momento repite el protagonista. Pero hay algo más que llama la atención: las expresiones chilenas se van filtrando poco a poco en el lenguaje de Lorenzo, hasta acabar usando como propias palabras de las que al principio se reía o echaba pestes.
                Lo “malo”, por así decirlo, es que si en el Diario de un cazador Delibes conseguía hacer un retrato completo del personaje a base de unas cuantas pinceladas, en el Diario de un emigrante ya conocemos al personaje, Delibes nos pone de manifiesto cómo el orgullo se adapta, sin perderse, a lo que en teoría nunca se iba a adaptar, nos cuenta algunas cosas más, completa al personaje, pero… el personaje ya es conocido, por lo que el qué ocurre adquiere otra dimensión más independiente del personaje, y ahí creo que la “trama” (innecesaria en el “cazador”) cojea un poco durante la primera mitad.
                Pero sea como sea estamos hablando de una obra divertida, enriquecedora y muy por encima de la media de lo que suele leerse.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Humor y solemnidad




Decía en el primer artículo de esta sección que el humor implica, en general, despojar a las cosas de lo superfluo, reducirlas a su verdadera dimensión, surgiendo lo cómico del contraste entre lo que de verdad son las cosas y lo que parecen, y dándose el caso de que casi todo es menos importante de lo que aparenta.
Luego lo opuesto al humor no es la seriedad, sino la solemnidad. Porque la función de la solemnidad es crear una apariencia de importancia. Justo lo contrario de lo que consigue el humor.
La consecuencia es que nada más sencillo para quien quiere divertirse que la solemnidad, porque todo lo artificial puede desmontase: el manto de armiño que cubre a un rey, es, objetivamente, un pellejo peludo haciendo sudar la gota gorda a quien va debajo. Y es que como las cosas son lo que son, la solemnidad precisa de la simbología, que no es algo intrínseco a nada, sino que está en la mente de quien mira. Por eso basta olvidar el simbolismo para que toda solemnidad devenga ridícula y transforme al solemne en mamarracho.
Es más: al ser artificial la solemnidad cualquier añadido imprevisto (y, por imprevisto, “natural”) acaba con ella. Si los tropezones de los capitostes mundiales al subir o bajar un escalón son siempre noticia es porque los despojan de toda solemnidad, demostrando que, por mucha pompa que los rodee son un hijo de vecino más, con los huesos igual de duros o blandos que el resto.
Todo esto lo digo sin querer ser malo. Porque si lo fuera añadiría que la solemnidad es también el disfraz que los más torpes y acomplejados utilizan para intentar disimular sus carencias. «Si soy solemne, soy importante», es su idea, pese a que el concepto de solemnidad exige exactamente lo contrario: otorgarla solo a lo verdaderamente relevante, para evitar que se confunda con lo que no lo es. Pero aunque en el mundo hay muy pocas cosas importantes, la cantidad de idiotas y pobres diablos que creen serlo supera a cuanto quepa imaginar. Eso sí: quienes escribimos humor a menudo, nunca lo agradeceremos lo suficiente.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Niebla – Miguel de Unamuno



               Cuando vuelvo a leer un libro, normalmente le saco mucho más jugo que la primera vez. Pero con Niebla me ha ocurrido al revés: siendo la segunda vez que lo leo, me ha divertido menos que la primera, así que ojo con esta reseña, porque igual no estaba yo en el mejor momento para leer esta “nivola”.
                ¿Y qué es la niebla? El conjunto de pequeñeces, historias y mandangas que nos impiden ver el mundo como es. Y de toda la niebla, la más densa es la que surge de nosotros mismos, porque tendemos a achacar nuestras equivocaciones a cualquier motivo con tal de justificar nuestros errores. Sin embargo lo cierto es que la mayor parte de nuestros errores se producen porque no somos capaces de dar más de sí.
                Es lo que le pasa al protagonista de esta historia, Augusto, un “señor bien” cuya madre sobreprotectora ha fallecido; un tipo solitario y aficionado a darle vueltas a la cabeza, y estrafalario en el fondo; un personaje que, como ocurre en el resto de novelas de Unamuno, tiene graves problemas consigo mismo y es muy amigo de llevar sus filosofías hasta el límite, hasta el punto de acabar dudando de si existe e incluso de si es dueño de suicidarse. Y todo al hilo de un empecinamiento amoroso que acaba sometido a una suerte de principios que, de puro nobles, son estrambóticos, máxime en comparación con el pragmatismo como mínimo “amoral” del resto de los personajes. Todo eso hay que hilarlo con el concepto de “nivola”, como alternativa al de “novela”, mediante el cual Unamuno trata de decirnos que el realismo no es algo esencial a la novela,  y que novela puede ser cualquier cosa que el autor decida que lo es: toda una declaración de intenciones respecto a la literatura de las décadas precedentes.
                Y desde este pensamiento, donde los personajes sortean la locura de Augusto aprovechándose de él mientras él bracea en la niebla, enlazamos con el final, que es sin duda lo que más me ha atrapado: la relación entre el autor y sus personajes (porque Unamuno interfiere en la novela, en la nivola, relacionándose con ellos), el debate sobre quién crea a quién, si el autor a los personajes o los personajes al autor, el debate sobre la inmortalidad y hasta qué punto la gana uno u otro, el autor o sus personajes. Pero así como Unamuno llega a decir, no sin razón, que entonces (y hoy, añado yo) don Quijote es más real que Cervantes, creo que Unamuno, hoy, es más real que sus personajes. De lo cual podemos sacar la muy “filosófica” conclusión de que al final siempre hay situaciones para todos los gustos. Aunque, personalmente, tengo en más las novelas en las que los personajes eclipsan al autor que aquellas en las que ocurre al contrario.
                Una última referencia, cómo no, al humor, presente en todas y cada una de las páginas de Niebla, por lo que me atrevo a calificarla de “novela de humor”. Lo encontramos de mil maneras: en las insensateces de Augusto, en sus bienintencionados disparates, en sus encendidas reflexiones movidas por una lógica limitada por el formalismo de sus premisas, en la cara dura con que Eugenia, Mauricio y el resto de personajes torean al pobre Augusto, en la forma en que se angustia reflexionando sobre el sexo de los ángeles, en los juegos de palabras, en las reflexiones llevadas al todo blanco o todo negro sobre numerosos temas (la paternidad o el matrimonio, por ejemplo) y, cómo no, en la pintoresca aparición del propio autor, en la relación entre autor y personaje, que conviven de tú a tú en las últimas páginas de la novela y que, más allá de la historia, nos otorgan una visión bastante lograda de la relación de Unamuno consigo mismo. Un recurso que opera casi como un truco de magia en el que la historia con sus personajes se esfuma ante nosotros para quedar, sin darnos cuenta, aplaudiendo al mago que acaba de hacer el prodigio.
                Una novela imprescindible, que entretiene y hace pasar un muy bien rato, pero que conviene leer cuando además apetece pensar.


viernes, 16 de noviembre de 2012

El final del Ave Fénix, en bolsillo



    Acaba de salir a la venta la primera edición de bolsillo de El final del Ave Fénix, novela de la que guardo un excelente recuerdo por lo buena que es y porque me sirvió para conocer a su autora, que más tarde tuvo a bien presentar de La terrible historia de los vibradores asesinos en Valencia y Teruel.

    Me molesto en ponerlo en el blog porque El final del Ave Fénix es una gran novela cuyas peripecias dan para otra novela. Siendo “ópera prima”, fue finalista del Premio Planeta en 2007, pero esa condición, lo que son las cosas, le cerró más puertas de las que le abrió. Vio la luz por primera vez en la editorial Centurione, que ni de lejos estuvo a la altura de las circunstancias, por decirlo de una forma piadosa, pese a lo cual llegó a tener una considerable difusión. Una segunda edición vio la luz poco después, en la editorial Aladena, que tampoco pudo, quiso o supo explotar esta gran historia. Harta ya de tanta perdiz mareada, la autora, aun a riesgo de sepultar de por vida las posibilidades editoriales de la novela, sacó una tercera edición, esa vez en ebook. Hacerlo así, ella y en ebook, constituía y constituye para muchos una especie de «pecado mortal literario». Sin embargo el pecado desembocó en virtud, porque tras unos primeros meses de rumbo incierto, el boca a boca llevó a El final del Ave Fénix al número uno absoluto de ventas en Amazon a lo largo de varias semanas, que es tanto como decir el número uno absoluto en ebook en este país, pues Amazon pasa por ser la plataforma con más ventas. Así se fijó en ella Ediciones B, que hizo volar de nuevo al Ave Fénix en una cuarta edición, en ebook, y que ahora lanza de nuevo El final del Ave Fénix en papel, en bolsillo, a un precio más que asequible: menos de diez euros por una novela de medio millar de buenas páginas entre las que se cuenta un prólogo inolvidable. Una novela que, más allá de lo mucho y bueno que cuentan sus páginas, es ya una historia en sí misma.

    Y es que, titule como titule mi amiga Marta, el Ave Fénix no tiene final. 



 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Diario de un cazador – Miguel Delibes



Recién conseguido trabajo de chico para todo en un colegio, una vez hecho el cambio de vivienda correspondiente llevando a su madre consigo, el protagonista de este diario se dedica a contarnos su pasión por la caza. Y es que vive por y para ella, y a ella subordina todo lo demás, incluidos los amoríos y la economía (los otros dos grandes asuntos que le interesan). El periodo que comprende el relato da para una temporada de caza completa y los preparativos e inicios de la siguiente; pero que la caza sea su obsesión no significa que la vida no vaya fluyendo, por más que él parezca tratarla como “lo que ocurre entre día de caza y día de caza”. Es así como Delibes muestra, magistralmente, la forma en que la dicha y la tragedia ocurren a nuestro alrededor con naturalidad, cómo vivimos inconscientemente hasta que la tragedia nos alcanza, y nos muestra un personaje entrañable no solo por su desbocada pasión y su inconsciencia para todo lo demás, mezclada con un pragmatismo notable, sino por su saber hacer y por la forma en que, dentro de su humildad, es una persona orgullosa. Notable es también la forma en que a través de esas pinceladas que parecen retratar solamente una obsesión por la caza, Delibes acaba haciendo en realidad un perfil humano completo.
Pero hay más: la relación del hombre con la naturaleza, a la que parece regresar como si el ambiente urbano fuera una anomalía; la defensa de una concepción de la caza en la que el cazador es el principal defensor de la fauna; y, por supuesto, encontramos la riqueza de lenguaje y el dominio de la expresión que hacen de Delibes mucho más que uno de los mejores escritores del siglo XX: un testigo de una época que, sin él, se perdería.
Una última cuestión, el humor. Un humor natural, que brota del contraste de las buenas intenciones, la ingenuidad y el orgullo del protagonista con la realidad con que se topa.
Literatura breve y de la máxima calidad.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Reflexiones sobre literatura y humor, 7



"-El ánimo sólo está sereno cuando contempla la verdad y se deleita con el bien que ha realizado, y la verdad y el bien no mueven a risa. Por eso Cristo no reia. La risa fomenta la duda.
 
-Pero a veces es justo dudar."

Umberto Eco. El nombre de la rosa.


lunes, 5 de noviembre de 2012

La Abadía de Northanger – Jane Austen



           Leí Orgullo y prejuicio y me pareció una obra maestra. Por ese motivo compré La Abadía de Nothanger, pese a tratarse de una “obra menor”, porque creí que, pese a ese carácter “menor”, encontraría buena parte del talento derrochado en Orgullo y prejuicio.
            Pero, curiosamente, lo que más me ha llamado la atención una vez finalizada la lectura no ha sido el texto, sino la breve nota de la editorial en la que se avisa que se trata de un libro con una técnica depuradísima. Y no se cita otro mérito relevante. Y así es, porque es lo mejor que se puede decir de una novela que se me ha atragantado debido a que pocas páginas dan un aliciente para seguir leyendo. Solo al final, ya no sé si por la historia o por el deseo de acabar, fui capaz de leer largo y seguido.
            El argumento es bastante pobre: paseos arriba y abajo pensando y hablando en quién se fija en quién y en a ver si me encuentro "casualmente” con… De aquí salen unas cuantas relaciones más o menos amorosas que deben enfrentarse a los problemillas al uso (si se es un buen partido o no, y si al amor triunfa sobre lo económico) y pare usted de contar. Todo apunta a un final feliz pero no puede haberlo sin que la heroína de turno se lleve algún soponcio previo. Y el que se lleva en La Abadía de Norhanger se resuelve de una forma decepcionante.
            Una novela, en resumen, que justifica la fama de “pastelosa” que a veces se le atribuye a la autora, con esos irreales diálogos que  cuando no consiguen formar parte de una obra maestra como Orgullo y prejuicio, quedan tan pomposos y redichos que producen urticaria.
            Y termino con una referencia al humor. La historia no lo contiene, pero sí la actitud de la autora ante el lector y ante la propia obra. Presenta a la protagonista como la “antiheroína”, y llega a regodearse en la acertadísima idea de que tan antiheroína es que, en realidad, nada de cuanto le sucede es digno de contarse. Lo peor de este ramalazo de humor es que no se mantiene: comienza con fuerza, se diluye luego, y reaparece de vez en cuando… a destiempo.
            Quien quiera conocer a Jane Austen, mejor que lea Orgullo y prejuicio.




jueves, 1 de noviembre de 2012

Reflexiones sobre literatura y humor, 6



...

-En efecto, no te lo niego. Gusto de la bufonería.

-Que es siempre en el fondo tétrica.

-Por lo mismo. No me agradan sino los chistes lúgubres, las gracias funerarias. La risa por la risa misma me da grima, y hasta miedo. La risa no es sino la preparación para la tragedia.


Miguel de Unamuno. Niebla.