Uno de los mejores libros que he leído de Camilleri. Y ya he leído
muchos. La acción se sitúa a mitad de los años 30 del siglo XX, en Italia,
Sicilia, en la imaginaria ciudad de Vigatà. El fascismo se ha adueñado de la
vida pública, se rinde culto a Mussolini, e Italia está invadiendo Etiopía
(entonces conocida como Abisinia). La ciudad de Macalé acaba de ser tomada.
Michilino, un renacuajo de tan corta edad que nada entiende de la vida, va a
empezar a ir al colegio. Su padre es nombrado jefe de los fascistas locales, y
Michilino crece educado en la veneración a Jesusito y a Mussolini y en el odio
al pecado y al comunismo. Su credulidad, ingenuidad y falta de experiencia lo
convierten en un peligro andante, y también le hacen distorsionar una realidad
doméstica que dista mucho de ser ejemplar: ni su padre, ni su joven madre, ni
el sacerdote, ni su primer profesor están muy al día en el cumplimiento del
sexto mandamiento. La tentación de la carne está presente en cada página.
Camilleri trenza una historia buenísima pero a la vez enormemente dura,
donde lo que de humorístico brota de las insensateces del fascismo y de las
debilidades y la ingenuidad de unos y otros, queda compensado con la
crueldad con que unos hombres se imponen a otros, y, sobre todo, con algo
tremendamente perturbador: cómo el ser humano puede manipularse hasta el extremo
de convertir la inocencia de un niño en fuente de intensa violencia; cómo puede
haber personas para las que la violencia es una forma de encontrar la paz
espiritual.
Una excelente novela que deja un regusto amargo, aunque eso es lo que
pretende. Una novela cuyo final, además, es marcadamente simbólico. Una novela
de las que, antes o después, uno vuelve a leer.
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