En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 25 de junio de 2012

Almacándida – Damián Torrijos




            Excelente encrucijada donde conviven modos y personajes del presente y el pasado,  el cuento y la novela, el más allá y lo terreno, la ironía y el absurdo, donde el lenguaje utilizado forma parte del humor tanto o más que lo que se cuenta.
            Politus fue un bebé abandonado a las puertas de un convento. En él ha sido criado y no conoce mundo. La novela comienza cuando Politus es reclamado por quien dice ser su padre: el duque, que a punto de marcharse al otro barrio quiere conocer a su retoño ya veinteañero. Antes de su marcha, el abad previene a Politus contra el principal peligro del mundo: la mujer.
            El planteamiento de soltar a un inadaptado en la civilización no es original, pero sí la forma en que se hace en esta novela: lo que al principio parecen estampas de hace unos siglos, de pronto se transforman en imágenes de la sociedad moderna, provocando una suerte de engaño que obliga al lector a hacer un esfuerzo constante por situar la historia e imaginarse el paisaje; esfuerzo que se agradece, porque uno se mete más en la narración y en su extraño ambiente. A ello colaboran figuras anacrónicas, como el escudero o la iluminación con velas, que pocas páginas después se mezclan con furgoneta, televisión y focos. La participación del mismísimo Pedro Botero, así como la festiva colaboración del ánima del duque, dan a la historia el toque de irrealidad preciso para no esperar sino lo que le venga en gana al autor, que se lo debió de pasar en grande escribiendo. El lector, a este respecto,  es mejor que no trate de anticipar nada: que se deje llevar, como en un parque de atracciones, y no se arrepentirá.
            Ni que decir tiene que la confusión nacida de tanta mezcla es uno de los méritos del libro, quizá el principal, y a ello colabora el lenguaje: a medio camino entre el tono “antiguo”, el de la “loa amanerada” -paródica- y el de la ironía. El vocabulario es más que notable (aunque alguna expresión está un tanto traída por los pelos) y mucho más rico y trabajado que la mayoría de las novelas.
            Aunque no se diga, la acción transcurre en Huesca y su entorno, alrededor de la fiesta de San Lorenzo. ¿Y en qué consiste la trama? En narrar las tribulaciones de Politus, víctima de cuantos porrazos físicos y espirituales pueda recibir un ser humano en vida, e incluso más allá. Él asume el papel de ingenuo, víctima propiciatoria para cuantas desdichas quepa imaginar; su escudero asume el papel de protector necesario para no ver enterrado a Politus a las primeras de cambio; aparece también Modesto, un rufián al frente de un espectáculo que permite enlazar la historia con la tradición picaresca; y el ánima del duque es uno de esos vejetes simpáticos que tanto juego dan en las novelas con su sola presencia, aunque en este caso su participación es bastante activa.
            Situaciones divertidas apoyadas en la fantasía y en un lenguaje trabajado y divertido. En resumen: literatura de humor en todo el sentido de la palabra.


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