En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Vibradores asesinos en Monzón


El próximo domingo día 4, en Monzón, una de las muchas "presentaciones express" que forma parte del ambiente de la Feria del Libro será la de La terrible historia de los vibradores asesinos, a las 11:30. Y además, firma de ejemplares en el stand de Mira Editores, que acude a la feria con un buen puñado de libros nuevos bajo el brazo.


El chino - Henning Mankell


Sólo he leído otro libro de este autor: “Zapatos italianos”, que no es una novela negra ni nada que se le parezca. “El chino”, el cambio, sí lo es. Y es una novela “especial” por varios motivos, aunque bajo mi punto de vista cojee en varios aspectos.

Es especial porque situada en 2006, adentrarse en detalle en ciertas “epopeyas” del siglo XIX parece un intento de hacer de la novela algo más que una novela negra. ¿Lo consigue? Creo que no. Solamente logra (aunque no es poco) darle un toque de originalidad y dar ocasión de leer por el placer de leer sin necesidad de llegar a ningún sitio. No quiero decir que la historia decimonónica incrustada en la primera mitad del libro no tenga conexión con la principal, pero sí que el detalle es excesivo y que con mucho menos hubiera bastado.

Lo mismo digo del abundante filosofar, de forma simplista, sobre la China actual o el “mayo del 68” y el aburguesamiento de los revolucionarios. Demasiadas páginas para contar cosas que no vienen al caso y que ni siquiera sirven para despistar al lector y sorprenderlo luego.

Otra cosa que no me ha gustado ha sido la forma algo “peliculera” de presentar a ciertos personajes (en concreto, Hong y Ya Ru). Son estereotipos demasiado “puros” como para tomárselos muy en serio.

Para terminar con los “peros”, comprendo –aunque a mí me deja como estoy- que a mucha gente le atraiga la combinación de escenarios “exóticos”, que van desde Suecia –urbana y rural- a Pekín pasando por África y Londres. Puede atraer a ciertos lectores, pero no es un mérito “literario” especialmente notable entre otras cosas porque la descripción “sueca” es mucho mejor que el resto –que parece un decorado-. Otra cosa hubiera sido pasar de un ambiente a otro manteniendo el nivel de descripción y de conocimiento.

La novela también tiene cosas buenas. Lo mejor, la forma en que evoluciona de novela “de misterio” a novela “de acción”. También la forma de “echar el anzuelo” al lector: lo que al principio parece “el” misterio a resolver, se resuelve pronto; y tras este misterio aparece uno nuevo que parece el definitivo; y éste se resuelve y aparece otro, y así sucesivamente hasta que llega un momento en el que el libro es una película... de acción.

Y digo “película de acción” porque como en ellas pronto se sabe quiénes son los buenos y quiénes nos malos, quién ha hecho qué, y qué pretenden unos y otros. Y como en toda película de buenos y malos el misterio al final se limita a saber cuál de los dos vence.

El comienzo de la novela se produce con una espeluznante matanza en un pueblecito perdido en los bosques suecos. Una jueza que nada tiene que ver con el asunto se ve remotamente afectada como pariente lejana de una de las víctimas; la curiosidad profesional, más que el afecto, le hacen dar algunos pasitos que desencadenan el resto de los acontecimientos.

Aunque es una novela voluminosa, se lee rápido y bien. Es entretenida, tiene mayor nivel que la mayoría de las novelas de intriga, pero no trascenderá su género. 




martes, 29 de noviembre de 2011

La terrible historia de los vibradores asesinos en la Librería Central


Cediendo paso a Ruiz Zafón. Aunque, sinceramente, nunca imaginé ver la novela así a estas alturas, jejejeje.

The masquerade is over (i´m afraid) - Rocky Sharpe and The Replays


Otra nueva entrega de música y humor: a ver quién es capaz de escuchar esta canción sin ponerse de buen humor. Además, quien más o menos entienda la letra podrá ver algo que quizá es lo mejor: la humorística forma musical de tomarse las penas de amor; toda una filosofía del humor. The masquerade is over.


domingo, 27 de noviembre de 2011

El resto de la vida - Ángeles Caso

Tras unas muy pocas páginas al comienzo que me sonaron un pelín empalagosas (¿será que estoy cansado de que de pronto en los últimos años todo el mundo vaya viendo “luz dorada” por todas partes?), me he encontrado con una novela breve, original, y bonita, de alguna manera basada en una vuelta de tuerca al mito de Orfeo y Eurídice.

Orfeo bajó a los infiernos a buscar a Eurídice cuando esta murió. Y en esta novela, el protagonista masculino (cuya presencia real es más bien escasa) dice que él haría el camino inverso: si muriese, volvería del mismísimo infierno en busca de su amada. Se lo dice a la hija de una amiga, que siempre lo había visto como a un “señor mayor”, aunque se lo dice en el momento en que ella ya no es una niña sino una mujer, cuando ya a sus ojos él ha evolucionado de “señor mayor” a “hombre muy interesante”.

Lo cierto es que el caballero muere en una tempestad en el mar, y que el tiempo corre. Varios años después la mujer se topa por en un aeropuerto con un hombre exactamente igual al supuestamente finado. Y no es esa la única casualidad.

¿Ha vuelto en verdad desde los infiernos para encontrarse con su amada? ¿O es ella, en realidad, quien está descendiendo a ellos para tratar el imposible de recuperar al hombre del que se había enamorado sin apenas ser consciente?

La solución, leyendo libro.

Fuera de eso, llama la atención que los escenarios (en el extranjero, donde los personajes están “replantados” por motivos laborales) además de poner una nota llamativa porque hay ciertos lugares que siempre resultan atrayentes o evocadores, ayuda a reforzar la sensación de soledad, de introspección, a dar un cierto aire de “suspense”, como si la chica (en particular ella) debiera enfrentarse en solitario a sus dudas, a sus temores, a los designios del más allá o a los del más acá.


viernes, 25 de noviembre de 2011

Música de humor: La Banda del Capitán Canalla - Bicho malo pillé


Solo había puesto dos entradas en el apartado de música y humor, y aquí va la tercera. Si en la segunda decía que, por alguna razón complicada de explicar, el humor en las letras suele desmerecer una buena música, he aquí un ejemplo de lo contrario: una canción en la que la parte musical es completamente prescindible, pero donde la letra, por más gamberra que sea, juega con la fonética de tal manera que en ella, y no en el significado de la letra, es donde está el humor. Una forma distinta de hacer humor en la música.


jueves, 24 de noviembre de 2011

Noticias de la noche – Petros Márkaris





Hace siglos, en alguna librería me dieron un marcador de páginas con publicidad de las novelas de Petros Márkaris. Era negro, y en grandes letras blancas preguntaba: “¿Quién es Kostas Jaritos?”. Tras perder marcadores uno tras otro durante años, este ha durado todos los siglos que hace que me lo dieron, y aunque está hecho polvo lo sigo usando porque ya forma parte de mi “paisaje lector”.

Bueno, pues ya sé quién es Kostas Jaritos: un teniente de la policía griega, formado en los años de la dictadura, que en esta novela desarrollada en los años 90 (esa peligrosa frontera donde todo parece actual pero donde la ausencia de móviles e Internet obligan a indagar en qué años se mueve la acción) se presenta al lector como un tipo ya entrado en años, con un matrimonio donde ambos cónyuges son unos refunfuñones que se odian cordialmente, con una hija a la que echa mucho de menos (lo cual no es muy original), con aprietos económicos (tampoco lo es), con un machismo latente que se manifiesta en la forma en que raciona el dinero a su mujer, y, sobre todo, con una pachorra para no complicarse la vida que luego, de forma inevitable, desmienten los hechos porque no hay novela que pueda salir adelante si el protagonista se escaquea de verdad.

El asunto comienza con el asesinato del dos albaneses, del que se declara culpable otro albanés. Siendo albaneses, son ciudadanos de segunda y poco importa la cosa en la mentalidad que Jaritos atribuye a la sociedad en la que está, así que, ¿para qué complicárse la vida?

Pero la vida se le complica porque una periodista insinúa que hay algo más, y como Jaritos no quiere que le meta un gol, sigue husmeando.  Y antes de que descubra nada, la periodista aparece muerta. Y una periodista apiolada, con todos los medios de comunicación encima del tema, ya es otra cosa, y Jaritos debe ponerse las pilas de verdad.

La acción discurre entre la necesidad de esclarecer el crimen y, también, todo aquello que estuviera investigando la periodista; todo lo cual ocurre en medio de las trifulcas entre medios de comunicación por tener algo que decir y por hacer valer sus privilegios.

El protagonista resulta simpático, pues aunque no oculta sus muchos defectos le quedan perdonados por su falta de ambición, por su torpeza para hacer valer sus méritos, y por la forma en que también le caen palos por ser en muchas ocasiones el eslabón más débil de la cadena.

La trama va ganando intensidad poco a poco, de forma creíble salvo por un comodín irreal (Zisis), hasta llegar a un final sorprendente y, hay que reconocerlo, brillante.

Una muy buena novela negra, con muchos toques de humor debidos a la forma en que el protagonista se toma a sí mismo y a sus pequeños intereses, y que permite pasar un rato muy entretenido.

Un consejo: como algunos nombre griegos pueden generar alguna confusión, mejor leerla lo más rápido posible para no tener que mirar unas cuántas veces quién es quién.


lunes, 21 de noviembre de 2011

Vibradores asesinos en Teruel


Aunque con retraso, aquí dejo lo que publicó el Diario de Teruel al día siguiente de la presentación en Teruel. Como siempre, pulsando en la imagen se amplía. Gracias a Librería Senda, a mi editor Joaquín Casanova y, por supuesto, a mi presentadora, Marta Querol.


sábado, 19 de noviembre de 2011

Sabré cada uno de tus secretos – Valérie Tasso


Cuando de algo se dice que es difícilmente clasificable a menudo se tiene la impresión de estar en presencia de algo que merece la pena conocer, pero no siempre tiene que ser así, y este libro es un buen ejemplo: no pasando su lectura de simple entretenimiento, resulta complicado catalogarlo. A falta de una clasificación que ayude a situarnos, no queda otra que contar su argumento y por qué digo lo que digo.

El asunto parte de una “corporación” que parece sacada de una de esas series de dibujos animados con las que flipan los niños más pequeños: una corporación dedicada, nada menos, que a seleccionar en secreto gobernantes para todos los países del mundo, altos directivos, responsables de todo tipo, etc, etc, etc. Vamos, que uno necesita un presidente de los Estados Unidos y se lo encarga a esta corporación como quien pide una pizza por teléfono. En resumen: los verdaderos amos del mundo. Al frente de esa corporación hay un presidente perfectamente misterioso, en la mejor tradición de este tipo de "películas": nadie lo conoce ni sabe qué cara tiene, excepto su ayudante. Luego hay una directora general y cuatro “jefes de departamento”: de selección de personal, comercial, financiero...

Cada uno de esos importantísimos tipos tiene algo que ocultar en esta vida. Y ese algo, en al menos tres ocasiones tiene que ver con el sexo (tema estelar en otros libros de esta autora). El misterioso presidente no solo consigue enterarse de todos esos pecadillos, sino que además piensa que sería estupendo que todos conocieran las debilidades de los demás, que ninguno tuviera secretos para el resto. El argumento es que esa comunidad de miserias reforzaría el funcionamiento del grupo, haciendo de ellos un verdadero equipo. Reforzar lazos, en suma, con cuerdas mugrientas.

Si bien la idea de que la falta de secretos puede cohesionar puede ser interesante, el desarrollo se queda en nada, pues los personajes son tan extremos y tópicos que casi mueven a la risa.

Con estos mimbres, la historia discurre por cauces previsibles: primero, se informa al lector de los secretos de cada cual y, segundo y a la par, se va mostrando que el avispado presidente está al tanto de todos los inconfesables chismes, para de esta forma hacer temer y esperar el momento que debe ser el cénit: la reunión en la que todos sabrán las miserias de todos. ¿Cómo reaccionarán los pobrecicos, con lo malos malísimos que son y lo creído que se lo tienen?

Llegado este previsible punto, sucede algo igualmente previsible: el presidente también tiene sus secretillos. Aquí podría haber acabado el libro, pero supongo que siendo ese discurrir tan predecible y el resultado hasta ese momento tan pobre, la autora quiso hacer una pirueta. Y la hace dando un final a la reunión que arrastra consecuencias que deben afectar al corazoncito del lector. Pero como ese final tampoco debió parecerle muy interesante, en las páginas finales hay una pirueta sobre la pirueta. Y si con ella pensaba sorprender al lector, estupendo, pero a mí más me ha defraudado que sorprendido, porque esa pirueta final es un recurso tan facilón como todo lo demás.

En resumen: un amasijo de ideas y situaciones que no resultan ni originales, ni realistas ni remotamente creíbles, que siempre hacen pensar al lector que está ante una pantomima. En realidad, una novela de aventuras que más sería para chavales poco exigentes que para adultos, si no fuera porque algunos de los "secretos" no son aptos para todos los públicos.


martes, 15 de noviembre de 2011

El lector – Schlink Bernhard


Magnífica novela, muy introspectiva, sobre las razones individuales y colectivas del ser humano.

La historia comienza cuando el narrador es un quinceañero que se ve seducido por una conductora de tranvía que le dobla en edad. Se trata de una mujer aparentemente normal, sin muchas aspiraciones, incluso algo cansada de la vida, que quiere y se deja querer, e impone a su joven amante una curiosa obligación: leerle libros en voz alta.

Nadie daría un céntimo por una relación tan dispar, y lo cierto es que esta historia termina (no voy a anticipar cómo) y con ella la primera parte de la historia.

En la segunda los dos personajes se vuelven a reencontrar: el joven es ya un estudiante de derecho, y asiste a un juicio sobre crímenes cometidos por el nazismo. Ella está sentada en el banquillo de los acusados.

Y es a partir de este momento en que comienza lo mejor de la historia: las razones pequeñas de las razones grandes, la culpa individual y la culpa colectiva, las miserias que a veces mueven a las personas, la dignidad personal, la colectiva, lo que uno piensa de sí mismo y lo que piensan los demás... Un conjunto de hechos y reflexiones que merece la pena leer y que conduce, al final, a sentir lástima del ser humano.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Jorge Luis Borges


Mucho se cita a Borges, así que nada mejor que recordar de nuevo que hay por Youtube un montón de entrevistas interesentísimas.


La caza de la perdiz roja - Miguel Delibes


      Breve relato inserto en el mismo volumen de que “Viejas historias de Castilla la Vieja”, de Alianza Editorial. Alterna las reflexiones del autor con una conversación -durante un día de caza- entre el propio autor y un lugareño iletrado: Juan Gualberto. Breve y brillante. Baste decir que nunca he tenido una gran opinión de la actitud de los cazadores y este libro me la ha cambiado sino totalmente, si en gran medida. Me refiero, claro, a los cazadores como los que conversan en las páginas, que nada tienen que ver, me temo, con la inmensa mayoría de los actuales. Un libro que ayuda a comprender el por qué de muchas cosas: las razones de la caza y, también, que el cazador “puro”, cuando caza, aprende a conocerse a sí mismo y sus límites. Cuando el cazador “de antes” vuelve de un día de caza, sea o no de vacío, sabe más sobre sí mismo. Por eso le gusta ir a cazar. Para salir a su propio encuentro. Claro que de esos cazadores, según se adivina en el propio texto, deben de quedar tantos como perdices rojas fuera de los cotos: ninguno. Un libro que también muestra otras cosas: el abuso de unos hombres sobre otros, el abuso de la ciudad sobre el campo, y la aniquilación a la que conduce el egoísmo de quien creyendo equivocadamente que la felicidad está en el resultado y no en el camino, se empeña en tomar atajos que acaban destruyendo los caminos que transitaban quienes sabían ser felices.


jueves, 10 de noviembre de 2011

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Viejas historias de Castilla la Vieja - Miguel Delibes


     Miguel Delibes es mucho más que un excelente escritor. Es un historiador de la España rural del siglo XX, sobre todo de sus primeros dos tercios, y es indispensable leerlo para conocer de dónde hemos salido, pues en este país casi nadie puede remontarse un par de generaciones sin encontrar sus orígenes en un pueblo. 

       Y Delibes hace novela e historia en esta ocasión contando, brevemente, los recuerdos del muchacho de pueblo que un día se fue a la ciudad para volver 48 años después. Un libro corto, breve, claro, directo, en el que se recuperan palabras y conceptos inexistentes para los urbanitas, porque como las cosas tienen su nombre las cosas hacen el lenguaje, y donde esas cosas no están ese lenguaje desaparece, y cuando desaparece el lenguaje tras desaparecer las cosas, desaparece también el recuerdo de esas cosas, y es cuando definitivamente dejan de existir. Recuperamos a través de Delibes el lenguaje de nuestros abuelos, además de su memoria y, lo que es más difícil de transmitir, los valores e intereses que los movían. Valores e intereses que hoy pueden parecer extraños, pero lo cierto es que en todas partes hubo, por ejemplo, un momento en que “matar al matacán” (una liebre resabiada), fue algo importante para muchas personas. Hoy, en cambio, atropellamos animales sin detenernos a mirar de qué especie son. Y aunque lo mirásemos, apenas sabríamos ponerles nombre. 

       Termino para no hacer este comentario más largo que la historia: hay otra cosa digna de mención: la forma en que los lugares –con sus árboles, sus rocas, sus grietas- se asocian a las cosas para formar los recuerdos, hasta el punto de que borrar del mapa un lugar puede casi equivaler a borrar de la memoria lo que en él ocurrió. 

         Corto, bueno y útil. No sólo entretiene. Hace aprender. Merece la pena.


sábado, 5 de noviembre de 2011

Las amantes - Elfriede Jelinek





    Hace unos años intenté leer un libro de Elfriede Jelinek y no pude con él, quizá porque no era el momento, o quizá porque no era el tipo de libro que esperaba. Las amantes, en cambio, lo he leído relativamente rápido. 

    La primera sensación, sin embargo, es desagradable. Y no porque respetar ciertas reglas gramaticales no sea del agrado de la autora, sino porque todo expide un tufo demasiado radical: el ser humano reducido a la condición de animal de granja, la animalización y simplificación de las ambiciones, la presentación de la mujer como un ser sin voluntad ni cabeza explotado por el hombre (también un ser sin cabeza pero con la ventaja de ser más bruto). 

    Sin embargo, conforme avanza la historia los personajes se humanizan un poco (dejan de ser títeres de mente plana y se les pone una mente rugosa) y hasta parece que la autora siente una lejana simpatía por ellos. Para entonces el lector también la siente (o, más bien, simpatía por Paula y cierta antipatía por Brigitte y todos los hombres de la novela). 

    La historia, en resumidas cuentas, es la siguiente: Brigitte, que se gana la vida cosiendo sujetadores en una cadena de producción, aspira a ser ama de casa tras casarse con un tipo que tiene un gran futuro por delante: tener su propio negocio como electricista. Paula, jovencilla que aspira a estudiar confección, decide mandar todo a paseo (o sea, la confección) para poder ser amita de casa casándose con un guapo trozo de carne con una minga colgando y un hígado que ahogar en alcohol (que es más o menos la visión que la autora tiene de buena parte de los hombres de la historia). Ambas, para cazar a sus respectivos objetivos, deciden quedarse embarazadas. 

    El final es, sin duda, lo mejor, porque hace reflexionar sobre de qué depende la vida: de todo menos de uno mismo (en especial, parece decir la autora, la vida de las mujeres) Y eso es así porque siendo parecidos los orígenes, las circunstancias y las aspiraciones, las dos protagonistas de la historia van a tener destinos enormemente diferentes simplemente porque entre sus respectivas parejas hay diferencias... más o menos pequeñas.




jueves, 3 de noviembre de 2011

Eduardo Mendoza


En Youtube, además de música e infinidad de tonterías, hay auténticas joyas. Por ejemplo, numerosas entrevistas, un género clásico pero cada vez menos seguido, aunque una entrevista a fondo sea siempre una magnífica forma de aprender. Hay muchas a escritores, por ejemplo esta a Eduardo Mendoza, un escritor polifacético e imprescindible.


martes, 1 de noviembre de 2011

El legado del rey Tsongor – Laurent Gaudé




Esta novela, premio Goncourt des Lycéens 2002, y finalista del Premio Goncourt, es una historia entre lo mítico y lo fantástico con una doble finalidad: demostrar que nada tenemos por más ricos que seamos, y que el mundo más se mueve por los sentimientos que por la racionalidad.

Después de haber levantado un imperio a sangre y fuego, el rey Tsongor lleva unos añitos de calma chicha y se dispone a protagonizar la fiesta de su vida con ocasión de la boda de su hija Samilia con el príncipe Kuame. Pero la cosa se tuerce, como ya esa mañana presiente Katabolonga, el fiel servidor de Tsongor que antes fue el último enemigo del último pueblo conquistado y juró matar a su conquistador (para sorpresa de todos, pese a la amenaza, Tsongor lo había retenido a su lado como recordatorio de todo el mal que había hecho, dándole licencia para apiolarlo cuando el destino lo tuviera a bien).

Las cosas se ponen feas cuando, en la mejor tradición de los amantes de Teruel, justo antes de que llegue Kuama aparece Sango Kerim al frente de un ejército. Se trata del antiguo viejo compañero de juegos de los hijos del rey, a quien Samilia hizo un juramento de amor que ya no recuerda, y que tiene por tontería infantil. Sango era el único que recordaba esa alocada promesa, y alimentado por ella se había pirado a hacer fortuna.

Como ni Sango Kerim ni Kuame van a renunciar a Samilia, la cosa amenaza con ponerse fea. Y más todavía cuando la princesa resulta ser, en ese punto de la novela, tan insulsa que ni siquiera interviene para exponer sus pensamientos más básicos. Las idas y venidas posteriores sobre sus sentimientos son, me temo, de una debilidad tremenda. Es un personaje clave, porque es el origen de todos los males, pero a la vez es un personaje demasiado “parado” para sostener la novela. A mi juicio, es el punto más débil. Con otra Samilia la novela mejoraría mucho.

Vista la que se avecina, el rey Tsongor cree que la única manera de solucionar el desaguisado es quitarse de en medio, y así lo hace, pero sin estar dispuesto a entrar en el país de los muertos hasta que su hijo menor complete la extraña misión que le encomienda, tras la cual el fiel Katabolonga deberá ponerle una monedita entre los dientes para pagar su pasaje al fin definitivo. Y así se pasa el hombre la novela: con los dos pies en el vestíbulo del otro barrio y la mirada en este; es así como el rey muerto se comunica con Katabolonga para expresar su sufrimiento.

El sacrificio de Tsongor no tiene éxito y, como es de esperar, Sango Kerim y su ejército la emprenden a palos con el ejército de Kuame. Los hijos de Tsongor se dividen entre ambos bandos.

Las batallas son contadas sin fuerza, parecen casi una mala película de los años 50 o 60. Se recurre al “truco” de inventar batallones fantásticos que transforman la acción en una historia de ficción: desde los mascadores de no sé qué droga (que pelean así embrutecidos) hasta quienes lo hacen travestidos y a mordiscos. La guerra se prolonga, porque cuando pelea el orgullo contra el orgullo nadie puede salir ganador, y sí todos perdedores. La pelea prosigue incluso cuando ya no hay motivo. Al final, cuando la batalla termina por falta de motivos para continuarla, el deseo de venganza pervive y aniquila cuanto queda, porque cuando los argumentos desaparecen el embrutecimiento pervive, y el ser humano no es más que un animal iracundo.
Una novela más sobre las consecuencias del orgullo que sobre sus razones, y sobre las sinrazones a que nos puede conducir.

Una novela de capítulos cortos con la que pasar un buen rato, pero a mi juicio completamente prescindible.